
Pude elegir el camino de la amistad. Elegir la indiferencia, porque eso es lo que siempre quise... no demostrarle tanto interés... y por esa razón continuaría siendo su amiga, a pesar de que él había encontrado a otra persona. Ese es el camino del amor. Dejar que el otro sea feliz lejos de nosotros.
Pero tenía que decirle lo que sentía, tenía que bajarle el “moño” de alguna forma.
El pavo real, estaba acostumbrado a desplegar su bello plumaje, para atraer a todas las hembras que tenía a su alcance...y era capaz de seducirlas bajo el hechizo de sus hermosas palabras y su trato encantador. (Así han de ser los mujeriegos). Pero yo tenía que hacer un poco de justicia y tratarlo de la misma forma como él se expresaba de “las mujeres de este país”. Él hablaba mal de las mujeres en general y eso me cargaba. Así es que, todas las palabras que él usó, fueron usadas en su contra. Si fui dura e implacable, fue para darle una mezcla de su propio chocolate. Aunque yo misma dejase entrever que me hirió... y que igual, aunque él me lo dijo, me hice ilusiones con él. Pero ahora, en frío, me pregunto ¿porqué aguanté un hombre así? ¿tan intransigente? ¿tan intolerante? Talvez es la obsesión, o la naturaleza de la mujer al plantearse desafíos. Sabía que era mujeriego, pero quería torcerle la mano y demostrarle que podía ser capaz de amar a una sola... pero él, sólo se ama a sí mismo.
Finalmente asimilé que si continuaba siendo su amiga, sería para que él me tuviera en su banca de reserva, es decir, creería que al haber tenido algo íntimo conmigo, sería motivo para que me tomara cuando quisiera... y eso, yo no lo iba a tolerar... No! Si quiso cambiar a la mujer, también tendría que perder a la amiga. Así que, aunque se me notara...le hice saber que perdí... Yo no iba a aguantar escuchar sus confesiones de amor como un paño de lágrimas. No iba a dejar que me tuviera siempre ahí, para cuando fracasaran sus romances... no iba a dejar que me sintiera como “disponible” para cuando cambiara de mujer... No... perdió a la mujer y perdió a la amiga! Así que lo mandé a la punta del cerro con su intención de “amistad”. Total... sé que en el fondo, algún día comprenderá lo que perdió. Y a mi, ya no me interesa un hombre como él.
Con esto que ocurrió aprendí a conocer la naturaleza de un hombre mujeriego, y eso se lo agradezco. No le guardo rencor, sino que me da lástima. Su espíritu es muy pobre y su inseguridad más grande aún. Te deseo suerte Manuel y que encuentres lo que ansías. Yo... sigo mi camino.